miércoles, 27 de julio de 2011

Paseo por el bosque

 Hoy he ido a pasear con Lou por el bosque, Huesos no se puede venir todavía porque es pequeña y no sabe volar, cualquier criatura se la podría comer.

 Todo apuntaba a un paseo tranquilo, últimamente las cosas van bien, no pasa nada especialmente malo. Son vacaciones y el tiempo pasa sin mayor preocupación. Ese es el problema, el tiempo pasa y no te das cuenta. Empezamos a andar como de costumbre, a Lou le apetecía ir por el camino serpenteante. A mí ese camino me gusta pero no lo suelo tomar porque es muy fácil perder la noción del tiempo, es como atravesar la niebla y llegar al mismo mundo donde todo es igual pero te da la sensación de que es diferente, como si lo hubieran sustituido todo por copias exactas que hacen lo mismo, lo que, en la práctica es lo mismo pero no es igual.
 Lo que tiene la aparente felicidad es que te vuelve benevolente y como estamos de vacaciones le di el capricho de ir por donde él quería.

 Echamos unas carreras por la vereda del río, nos divertimos mucho, incluso me dejó ganar una. El tiempo vuela cuando te lo pasas bien y si no, ya está el rey de los goblins para adelantar el reloj a placer. Cuando nos dimos cuenta ya había oscurecido y al cruzar el río nos asaltó un hijo de Aragog, corrimos pero nos alcanzó, bueno, me alcanzó a mí porque Lou ya estaba bastante lejos. Me mordió el brazo pero conseguí escapar, justo apareció Lou por detrás y le mordió la nuca paralizándolo al instante.

 Conseguimos llegar al castillo, pero no había nadie para ayudarme, no sé si perderé el brazo.


jueves, 14 de julio de 2011

Clases de vuelo

 He pensado que ya es hora de aprender a volar. Encontré un profesor que parece bueno, al menos tiene mucha paciencia. He empezado con los ejercicios preparatorios y bueno, algunos se me dan mejor que otros, pero lo he cogido con ganas. Me he dado cuenta de que estoy en muy baja forma, casi podría pasar por la hermana de Gordi. Me canso y a veces paso miedo porque aunque las alturas me gusten, de vez en cuando se me va un poco la cabeza y lo paso un poco mal.
 Casi todo el mundo sabe volar, bueno, los niños no, pero porque es una barbaridad dejar a un niño que vuele, las personas son las únicas criaturas sin alas que tienen permiso para volar y como todo el mundo sabe, los niños no son personas aunque lo parezcan. Yo creo que ahora es un buen momento. Si me hago daño se supone que todavía soy joven para recuperarme y si no, se supone que así me acostumbraré mejor a la nueva situación.

 El troll no quiere que vuele, dice que es muy peligroso, que piense antes en otras cosas, que no quiere que me haga daño, ¿cómo se atreve a decir eso? claro, como las palabras y las acciones no duelen. Cada día me parece más que tiene el virus zombi latente. Pero él no puede decidir sobre mi vida. No tengo cinco años y no soy su hija, sólo una empleada a la que ha criado y que el día que salde su deuda se irá volando a Narnia si hace falta para no volver a verle. Y visitaré el castillo cuando el troll se esté pudriendo bajo tierra, para ver cómo es respirar tranquilidad por aquí.

 Los ejercicios son divertidos. Bueno, no siempre, a veces tengo que obligarme un poco porque me duele el cuerpo y mi cabeza me dice que estoy loca por intentarlo, pero casi siempre merece la pena. Lástima que no tenga el amuleto que consiguió Septimus, pero esto es la vida real, no todo es tan fácil.

miércoles, 6 de julio de 2011

Troll enfermo

 El troll ha vuelto a ponerse enfermo y se lo han llevado a la casa de los gritos que hay a un lado del bosque.
 Desde hace unos días estoy más tranquila por su ausencia, pero esto se ha convertido en un caos, es peor que la habitación de Andy sin Woody. Como casi todo el castillo está de vacaciones, apenas había gente para cuidarlo, así que el Hada que se queda al cargo cuando él no está se ha tenido que mudar a la casa de los gritos y el castillo está sin mando. Apenas unos cuervos mensajeros, dos o tres veces al día con instrucciones básicas que la mitad del castillo ignora y la otra mitad hace con calma.
 Tuve que ir a verlo para darle un informe que se le antojó sobre la evolución de las alfombras voladoras. No me gritó mucho porque la fiebre le impide pensar con claridad, pero aún así he tenido que soportar horas interminables sobre cómo llegó la primera alfombra al castillo y cómo hay que tratarlas bien para que no se vayan. Fue raro, cuando le daban los ataques era como mirar a un bebé gigante muy peludo retorcerse. Yo no recuerdo haberme puesto tan mal por fiebre, supongo que a los humanos les afecta diferente que a los trolls, cada especie es un mundo.

 No quiero dirigir un castillo, tengo toda la responsabilidad y preocupación pero nadie me hace caso. Y sin embargo, me aburro. No sé qué me pasa que nada me entretiene, ahora necesito gente para eso. No sé si antes sin amigos era más feliz, por lo menos todo era más fácil y estaba a mi disposición, ahora tengo que esperar a que alguien esté disponible,  lo peor es que siento que lo necesito. Nunca me había pasado antes. Ya ni bajar a pasear por la mina de rubíes me tranquiliza. Voy a tener que reconciliarme con las cosas materiales y olvidar poco a poco las cabezas pensantes. Aunque también podría secuestrar a algún amigo y así siempre tendría con quién estar y hablar. Trazaré un plan.