domingo, 30 de octubre de 2011

Feria de calabazas

 Ya se acerca el día de los muertos. El troll ha prohibido celebrarlo en el castillo porque dice que no quiere nada de religiones, que nos distraen del trabajo. A mí los dioses no me preocupan mucho, pero es una fiesta que me gusta mucho porque hay muchas velas encendidas por la noche y es muy bonito todo. Llevo trabajando todos estos días más de lo normal para que me de la noche de la víspera del día de los muertos libre. 

 Voy a ir con el sapo a la feria de las calabazas. Es como un circo donde las calabazas hacen todo tipo de trucos con fuego de todos los colores. Me gusta que al final todo el aire huela a comida calentita. Tengo muchas ganas de ir, nunca he  visto a calabazas de verdad actuar. He oído que una tiene la cabeza de Jack Skellington y me hace ilusión verla. En la ciudad del castillo anterior nunca había ferias de ese tipo, bueno, casi de ningún tipo. Si no fuera porque en este nuevo castillo no tengo a mis dragones y apenas veo al sapo, yo creo que me gustaría mucho vivir aquí. Aunque hace más frío que en el otro castillo.

Por otro lado, he buscado un trabajo sin el consentimiento del troll en el bosque. Aprovecho que tengo que ir a menudo a cortar leña para encontrarme con unos duendes. Ellos me dan telas de colores y yo les coso disfraces. Es muy divertido y me han prometido que si algún día se van más allá de las montañas podré ir con ellos y ganar dinero. Espero que sea verdad. Sería una oportunidad perfecta para abandonar al troll asegurándome algo de lo que vivir. De momento sólo me quita horas de sueño a la luz de una vela en mi mazmorra, pero al menos hago algo que me hace sentir bien.

lunes, 17 de octubre de 2011

El kraken

 Este fin de semana lo he pasado con el sapo. Llegó sin avisar y me puse muy contenta. No hicimos gran cosa, pero hablamos mucho. Esperó a que terminara de trabajar para llevarme a dar un paseo volando. Fue divertido. Pero lo mejor fueron las noches.

 Fuimos al lago que hay al otro lado de la ciudad y cogimos una barquita. El tritón que lleva el negocio nos dio una azul muy bonita. Por magia avanzaba sola, así que no me tocó remar porque no sé cómo iba a hacerlo el sapo... Las hadas del bosque brillaban por toda la orilla y guiaban el camino hacia el río. 
 Al volver al lago las hadas habían desaparecido y toda la luz venía de la luna reflejada en la superficie del agua. Estaba muy oscuro e intentamos que la barca llegara al muelle, pero no se veía por ninguna parte. De la nada, el agua se abrió y un cuerpo colosal salió de las profundidades del lago, le acompañaban tentáculos más grandes que las torres del castillo. La barca se zarandeó como un patito de goma y se llenó de agua. Estuvimos a punto de volcar si no es porque el sapo me agarró para hacer contrapeso y equilibrarla.
 El enorme monstruo abrió la boca, tan grande que podrían caber tres dragones adultos sin estar apretados. Estaba llena de filas concéntricas de dientes puntiagudos como espadas. Eramos como Piratas del Caribe pero sin un barco que soporte las embestidas del animal. Emitió un sonido profundo y atronador, con un aliento putrefacto y eructó el cráneo de una ballena. 

 Tal cual había llegado se fue. Dejándonos con el corazón en la garganta. No me gusta pasar tanto miedo.

Desde entonces duermo en la mina de rubíes, prefiero un mal que pueda controlar. Por cosas así había decidido hace años no volver a nadar, pero no le puedo negar casi nada a esos ojos verdes.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Muerte del basilisco

 Ayer, después de un aburrido día de trabajo llegué a mi habitación, antes mazmorra y encontré un búho gris dormido en mi almohada con un pergamino atado a la pata. Lo cogí con cuidado y lo desenrollé. El mensaje lo había escrito alguien que no tenía mucha costumbre, era como la letra de un niño que está aprendiendo pero con la caligrafía de hace más de cincuenta años. Por fin una buena noticia en el castillo.

 El cuidador de los jardines había encontrado y matado al basilisco. En el pergamino contaba que se acercó a las perreras porque había mucho ruido y se lo encontró atascado entre dos barrotes rotos. Cogió un hacha y le cortó la cabeza. No saben seguro si es el mismo que atacó a las aves de rokh porque medía doce metros, demasiado grande para ser una cría.
 El hombre está muy contento porque el troll le ha permitido hacerse un puñal con uno de los colmillos del animal. La piel y todo lo demás se lo ha quedado el troll para sus negocios.

 Por un lado me alegro de que ya no haya peligro de morir por el ataque de un basilisco, pero me da un poco de pena que lo mataran, le podían haber llevado al otro lado de las montañas negras y soltarlo allí. De todas maneras, eso no ha cambiado mucho mi situación porque sigo sin poder acercarme a las jaulas. En este castillo todo es muy raro, se parece al anterior, pero funciona de manera distinta y no consigo acostumbrarme. Tiene la ventaja de que ahora veo muy poco al troll, pero a cambio es mucho más estricto hasta que imponga su autoridad y le quede claro a todos los sirvientes de aquí quién es. A veces me acuerdo de Cenicienta, si mi vida fuera un cuento podría tener la esperanza de que algún día habrá un final feliz.

 Me consuelo pasando las noches en mi jubón, ahora miro la medalla de la Guardia Real y de vez en cuando me escapo a la mina de rubíes. Hecho de menos a mis dragones y no sé si algún día volveré a verlos.

sábado, 8 de octubre de 2011

Medalla de la Guardia Real

 Hace ya más de un mes que terminé el nivel principiante de las clases de vuelo, pero con todo el jaleo de cambios de castillo no había vuelto a volar desde entonces.
 Se supone que con este nivel  puedo volar siempre que me acompañe alguien con el diploma de experto y sin salir del casco de la ciudad. Yo no tenía intención de ir más allá de los terrenos del castillo, ni si quiera pensaba salir del jardín de atrás, así que me lancé a volar. Al principio me costó coordinar un poco todo mi cuerpo, pero en seguida empecé a deslizarme como si fuera un genio azul. Estuve un rato flotando, pasé por encima de las jaulas de las aves de rokh a las que no me dejan acercarme desde lo que pasó con el basilisco, pasé los dedos por el fango de la laguna y luego me elevé todo lo que pude, disfrutando sólo del aire. Se nota que sólo he hecho el primer nivel de vuelo porque apenas llegué a las torres altas, pero era suficiente para ver más allá de los muros del castillo, y lo que vi fue una manada de dragones en formación por el bosque.
 Hecho mucho de menos a mis dragones y no había nadie volando a esas horas así que decidí acercarme a verlos.
 Cuál fue mi sorpresa al ver que era un ensayo de la guardia de la reina Queen para un desfile.

 En una pirueta en la que volaban bocabajo uno de vio y dio la alarma. Intenté huir pero me alcanzaron enseguida, si tuviera el amuleto de volar de Séptimus... con la mala suerte que me caí a los árboles. Caí en un nido gigante así que no me hice daño. Los jinetes dieron la orden de fuego y en un instante lo dragones convirtieron las ramas en cenizas y el nido quedó envuelto en llamas.
 Ya olía a huevos cocidos cuando los tres huevos se abrieron y de ellos salieron tres pollos rojos horribles. Los dragones volaron hacia mí en picado. Cerré los ojos esperando el impacto pero no llegó. Los abrí y dos jinetes habían bajado al nido, lo habían apagado y estaban recogiendo los pollitos.

 Lo siguiente digno de mención es que me llevaron de vuelta al castillo sin penalización por volar. Y al día siguiente llegó una lechuza blanca real con una medalla por servicios prestados a la corona.
 Al parecer los pollos rojos y feos eran bebés de fénix.

domingo, 2 de octubre de 2011

Cumple de Huesos

 Hoy Huesos cumple cinco meses. Ha crecido mucho desde que la recogí. Pesa diecisiete kilos y es tan alta como mi cintura. Me gustaría hacerle una fiesta, pero no hay nada para eso. Así que, como es domingo y el troll se ha ido a ver peleas de gigantes, nos hemos ido al bosque. 

 Ha habido suerte. Yo había pensado ir a jugar al pantano del hedor eterno. Ya que no puede volar, le gusta mucho nadar y escarbar en el barro. Pero cuando hemos llegado no había agua, se había evaporado toda. Se sentía la humedad casi un kilómetro antes de llegar. En su lugar había cientos de pequeños regueros de lava roja. Se acerca en invierno, así que el calor era muy grato. Huesos y yo no podemos jugar con la lava, pero había una manada entera de drasnos de todas la edades haciendo una fiesta. Huesos se ha hecho amiga de una drasnita de su edad. Ha sido la imagen más adorable de mi vida. Se han revolcado por la tierra, han hecho túneles por debajo de la lava, intentaban volar sin éxito... Me ha dado mucha pena cuando ha oscurecido y nos hemos tenido que ir. Era la primera vez que veía drasnos, ni siquiera sabía que había en este bosque. Espero que vuelva a haber ríos de lava pronto.

 Y hay otra buena noticia. A lo mejor dejo de estar tan sola. Aquél sapo que veía pasear con un cachorro de lobo no era mi sapo, pero era un amigo suyo, así que es probable que venga a verme pronto.