sábado, 31 de diciembre de 2011

Fin de año

 Ya vivimos otra vez en el castillo de siempre. Vuelvo a dormir en mi torre y me gusta mucho, además ahora tengo un agujero para poder subir entre el techo y el tejado, así podré guardar un montón de libros.

 Antes de venir conseguí hacer todos los recados de los duendes a tiempo. Bueno, algunos no quedaron perfectos, pero todos están contentos con mi trabajo y en enero volverán a encargarme más.

 Llevo unos días haciendo muy poco porque nos dejan descansar mientras se vuelve a colocar otra vez todo en su sitio. Tanto tiempo libre no me gusta porque me hace pensar y cuando pienso me preocupo. Ya se acaba otro año y mi vida sigue igual, yo sigo igual. Cada vez estoy más cerca de desaparecer. Los ratos que paso con el sapo me gustan mucho, me distraigo y me lo paso muy bien porque hacemos cosas divertidas. Pero cuando estoy sola, que es la mayor parte del tiempo, las mariposas del estómago se convierten en escorpiones enfadados.

 Cuando vuelva todo a la normalidad otra vez en el castillo creo que me apuntaré a alguna clase de magia.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Recta final

 El troll ha dicho que antes de Navidad volvemos al castillo de siempre. Estoy muy contenta, ya me había acostumbrado un poco a este castillo, pero hace mucho frío y no termino de encajar con el resto del servicio.

 Como ya queda poco, estoy de trabajo hasta arriba. Siento que no puedo con todo pero intento pensar que cada vez queda menos para que todo vuelva a ser como antes. Los duendes se están portando un poco mejor de lo que esperaba aunque no han cedido ni un minuto en los plazos de entrega. El otro día fui a entregar una partida a un duende gordo y bonachón y me animó. Me ofreció el doble del precio y una ninfa dorada si conseguía entregarlo todo a tiempo con la máxima calidad, me dijo que confiaba en mí, algo que hacía mucho que no oía.

 Por otro lado, casi no veo al sapo. Me cuesta mucho, pero el poco tiempo que tengo lo necesito para los duendes. Aun así siempre encuentra un hueco para hacerme feliz. El troll ya le conoce y el sapo que es muy listo ha sabido caerle bien. Seguramente cuando nos mudemos al otro castillo le de un pase libre para entrar cuando quiera por el foso.

 Tengo muchas ganas de ver a mis dragones otra vez. Huesos casi no conoce el castillo viejo y allí podrá crecer todo lo que le queda. Quiero que la próxima semana pase volando.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Demasiado trabajo

 Ayer fue mi cumpleaños. Ya he dejado de ser un bebé a ojos de los demás y no me gusta. Yo no me siento diferente.

 Este mes pasado ha sido horrible con el trabajo. No he estado apenas parada. Tenía mucho retrasado después del accidente con el pegaso y todavía hago las cosas más lento porque no me recupero del todo. Lo peor es que este mes que empieza, hay mil cosas que hacer. Los duendes del bosque me han amenazado si no lo hago todo a tiempo y tengo un poco de miedo. No me veo capaz de dar abasto.

 Con el sapo estoy feliz, pero en cuanto vuelvo al castillo las torres se me caen encima. Este fin de semana me he escapado para poder pasar un rato en mi cumpleaños sin preocupaciones. Aún así por la mañana tuve que fregar las mazmorras y pelear con todas las criaturas de la oscuridad que viven allí y que odian colaborar con cualquiera. Por la noche fui a cenar a un claro del bosque donde vinieron siete amigos. El sapo, el león cobarde (que se fue porque tenía miedo), tres lechuzas, una elfa y un semigigante muy majo al que casi nunca veo. Al principio la cenar se estropeó un poco porque una familia de sátiros nos quiso robar, pero la elfa con un poco de magia pudo hacer que se fueran. Me regalaron un montón de cosas, lo mejor son libros y cosas para escribir que hacía mucho que no tenía tinta bonita y me tenía que apañar con la mezclar casera de carbón y aceite.

 Tengo muchas ganas de que vuelva la calma al castillo, de poder estar sentada en una piedra junto al sapo y no preocuparme por nada más.