lunes, 22 de agosto de 2011

Historia de un Sapo. Parte I

Croac... croac...

 Todavía recuerdo la primera vez que la luz de su torre llamó mi atención... era verano, y habíamos montado una gran fiesta en la charca para celebrar el tiempo estival... los sapos somos gente sencilla, y no tenemos por costumbre complicarnos la vida, pero ese día montamos una buena, la verdad, tanto que en un momento de la noche, tanto ruido y tanta gente hicieron que mi necesidad de soledad se acrecentara (no sé si lo he dicho ya, pero los sapos somos también solitarios por naturaleza). Así que me dediqué a saltar sin un rumbo definido, lejos del alboroto, buscando algo de tranquilidad, en pos de la paz que me faltaba. Salto a salto, mis pasos me llevaron al pie de una torre... en ella, había una luz que brillaba titilante rompiendo la noche. En ese mismo momento, me di cuenta de que había estado dirigiéndome hacia esa misma luz desde hacía algunos saltos, no era casualidad que estuviera allí... así que decidí subir a la torre y seguir mis instintos... las torres son complicadas si eres un sapo, pero la curiosidad era demasiado grande como para dejarla a un lado, así que ascendí a duras penas y me asomé por la ventana.

 Mis ojos hicieron una rápida batida por el interior de la habitación, cautos ante lo desconocido... y enseguida repararon en ella... era una chica, vestida de humilde manera, sentada sobre la cama ojeando unos viejos pergaminos... ¡la princesa del castillo!, pensé, pero no era lógico que una princesa vistiera de aquella manera, ni el interior de sus aposentos encajaban con los aposentos que una princesa debiera tener, así que supuse que se trataba de alguna criada o dama menor. Después de jugar a adivinar quien era, me dediqué a observar y escuchar lo que decía, y cuando me quedó claro que no era un peligro para mí, entré en su habitación y me presenté.

 Al principio tuvo miedo, lo entiendo, no todos los días entra un sapo en tu vida, y menos por una ventana, pero después estuvimos hablando, y se estuvo riendo conmigo... hasta conseguí darle un masaje con mis verdes manos... fue una noche mágica, y me dio mucha pena que se acabara... no sabía por qué... pero esa chica había despertado en mí sentimientos que creía apagados desde hace mucho tiempo. Quería volver a verla.

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