jueves, 8 de marzo de 2012

Prácticas de magia

 Ya terminé el primer libro de magia. Es uno muy sencillo pero es un paso. Todavía me queda más de un año para que me den el primer título que siga que sé hacer magia básica.

 El fin de semana el sapo subió a mi torre y me llevó muy lejos por la linde del bosque oscuro hasta una llanura con mucho viento para que practicara lo que había aprendido. Era muy difícil porque el aire se llevaba lo poco que conseguía hacer. Pero tenía razón cuando dijo que si era capaz de hacer algo sólido allí, luego hacerlo en condiciones normales sería mucho más fácil.

 Después me llevó a ver la preparación de un conjuro en un círculo de magos y me dejaron participar. Todo lo que tenía que hacer era sujetar una bandeja con piedrecitas blancas, algo no muy complicado pero con demasiada responsabilidad ya que sin esas piedras no se podía completar el conjuro.

 Al final salió aceptable. Tengo que leer más.

jueves, 16 de febrero de 2012

Duendes que son buena gente

 Llevo una temporada que vuelvo a estar triste y no sé por qué. El castillo sigue igual que siempre, pero yo no me siento igual.

 El otro día no sabía qué hacer con mi vida, así que fui sin pensarlo detrás de una lechuza que anida en mi ventana hasta lo más profundo del bosque. Vi que hablaba con el duende de los ojos de musgo, ese que era tan bueno. Así que cuando se fue, me asomé y me atreví a pedirle un encargo nuevo, como los que me daba el año pasado. No pudo darme ninguno, pero me prometió que hablaría con un amigo mago que tiene en otra ciudad para ver si puede acogerme como pupila. Es sólo una pequeña esperanza, pero cada día miro el cielo desde la ventana de mi torre esperando una respuesta suya.

 También me he dado cuenta de que ya no tengo la necesidad de escribir tanto como antes por culpa del sapo. Antes estaba sola en el castillo, pero ahora le cuento todo lo que me pasa y ya no me apetece volver a hacerlo por escrito.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Trabajar en equipo

 Casi todos los trabajos que tengo que hacer ahora son con otra gente y lo odio. No es que no me guste trabajar en equipo, lo que me desespera es que el resto del servicio del castillo pasa de todo. Si tenemos que limpiar un salón en dos días, la mayoría el primer día no va. Yo no sé qué hacen en todo ese tiempo, pero no están conmigo y cuando vienen lo hacen todo muy lento y sin cuidado. El otro día, una de las enanas estaba en el mismo grupo que yo, y como no llega a nada que esté más alto de un metro, pues la dejamos fregar el suelo. Lo único que hizo fue pasar el trapo húmedo, sin frotar ni nada. Me tocó volver de madrugada a mi torre sacándole brillo a las piedras del suelo. 
 Yo no quiero pasar mas noches en las mazmorras porque los demás no hacen su trabajo, pero no puedo decírselo a nadie. Son todos iguales.
 Por culpa de todo el tiempo que pierdo haciendo lo que los demás no hacen, ya casi no me queda tiempo para hacer los encargos de los duendes. Mi vida parece la cocina en la que trabajaba Arturo cuando Merlín quiso ayudarle a lavar los platos, pero siempre en el momento en el que se cae todo.

 Por lo menos, pude empezar las clases de magia en el día que tengo libre. Sólo llevo una, pero me gusta mucho lo que han prometido que vamos a aprender.

domingo, 22 de enero de 2012

Frío

 Pues eso, que hace mucho frío. Cuesta mucho trabajar cuando tienes las manos congeladas. Cada vez que intento mover los dedos puedo oírlos crujir.

 Estoy más triste con el frío. No me deja pensar con claridad. Los dragones están muy felices porque ellos se pueden calentar solos y no puedo seguir su ritmo, hoy saldré con ellos para que vuelen un rato por el bosque.

 No quiero seguir en mi trabajo, ahora quiero dedicarme a estar en mi torre tejiendo mantas de colores para todos los bebés de la ciudad. A cada uno le haré una diferente. Tengo ganas de empezar mis clases de magia, puede ser que se acabe convirtiendo en un trabajo de verdad.

 Yo creía que al volver otra vez a la vida normal iba a dejar de ver al sapo, pero el troll está totalmente encantado por él, así que sólo tengo que esperar a tener un rato libre para que esté cenando con todos nosotros en el castillo.

domingo, 8 de enero de 2012

Nuevo Año

 Después de una semana sin mucho que hacer, los trabajos fuertes de volver a montar las cosas del castillo ya han acabado. Yo estoy colocando mis cosas poco a poco en mi torre, estoy tirando muchos papeles, me da pena, pero no tengo espacio, escribo demasiado.

 Mañana ya empieza la vida normal de nuevo. Por lo menos he podido estar un poco con los dragones, pero no sé por qué ya no es igual. A lo mejor he estado fuera demasiado tiempo, cuatro meses no me parece tanto, pero parece que para ellos sí que lo es. El troll ha reestructurado un poco la forma de trabajar y mañana nos la presentará, espero que no me toque trabajar mucho más que ahora. 

 Por lo demás, este tiempo de descanso no ha sido muy fructífero. He pasado mucho tiempo con el sapo y ha estado genial, pero a cambio no he podido leer todo lo que quería y cuando se me empiecen a acumular las cosas por hacer no tendré tiempo. Aprovecharé estos primeros días de desconcierto mientras todos se acostumbran a las nuevas tareas para terminar por lo menos los libros que he empezado, sólo son tres.

 He pensado y estoy satisfecha con el año que ha pasado, creo que he avanzado para salir de este sitio. Me siento como Wall·e, voy haciendo cubitos y parece que no es nada, pero al final tengo un edificio y un montón de basura recogida. Casi estoy contenta.

sábado, 31 de diciembre de 2011

Fin de año

 Ya vivimos otra vez en el castillo de siempre. Vuelvo a dormir en mi torre y me gusta mucho, además ahora tengo un agujero para poder subir entre el techo y el tejado, así podré guardar un montón de libros.

 Antes de venir conseguí hacer todos los recados de los duendes a tiempo. Bueno, algunos no quedaron perfectos, pero todos están contentos con mi trabajo y en enero volverán a encargarme más.

 Llevo unos días haciendo muy poco porque nos dejan descansar mientras se vuelve a colocar otra vez todo en su sitio. Tanto tiempo libre no me gusta porque me hace pensar y cuando pienso me preocupo. Ya se acaba otro año y mi vida sigue igual, yo sigo igual. Cada vez estoy más cerca de desaparecer. Los ratos que paso con el sapo me gustan mucho, me distraigo y me lo paso muy bien porque hacemos cosas divertidas. Pero cuando estoy sola, que es la mayor parte del tiempo, las mariposas del estómago se convierten en escorpiones enfadados.

 Cuando vuelva todo a la normalidad otra vez en el castillo creo que me apuntaré a alguna clase de magia.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Recta final

 El troll ha dicho que antes de Navidad volvemos al castillo de siempre. Estoy muy contenta, ya me había acostumbrado un poco a este castillo, pero hace mucho frío y no termino de encajar con el resto del servicio.

 Como ya queda poco, estoy de trabajo hasta arriba. Siento que no puedo con todo pero intento pensar que cada vez queda menos para que todo vuelva a ser como antes. Los duendes se están portando un poco mejor de lo que esperaba aunque no han cedido ni un minuto en los plazos de entrega. El otro día fui a entregar una partida a un duende gordo y bonachón y me animó. Me ofreció el doble del precio y una ninfa dorada si conseguía entregarlo todo a tiempo con la máxima calidad, me dijo que confiaba en mí, algo que hacía mucho que no oía.

 Por otro lado, casi no veo al sapo. Me cuesta mucho, pero el poco tiempo que tengo lo necesito para los duendes. Aun así siempre encuentra un hueco para hacerme feliz. El troll ya le conoce y el sapo que es muy listo ha sabido caerle bien. Seguramente cuando nos mudemos al otro castillo le de un pase libre para entrar cuando quiera por el foso.

 Tengo muchas ganas de ver a mis dragones otra vez. Huesos casi no conoce el castillo viejo y allí podrá crecer todo lo que le queda. Quiero que la próxima semana pase volando.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Demasiado trabajo

 Ayer fue mi cumpleaños. Ya he dejado de ser un bebé a ojos de los demás y no me gusta. Yo no me siento diferente.

 Este mes pasado ha sido horrible con el trabajo. No he estado apenas parada. Tenía mucho retrasado después del accidente con el pegaso y todavía hago las cosas más lento porque no me recupero del todo. Lo peor es que este mes que empieza, hay mil cosas que hacer. Los duendes del bosque me han amenazado si no lo hago todo a tiempo y tengo un poco de miedo. No me veo capaz de dar abasto.

 Con el sapo estoy feliz, pero en cuanto vuelvo al castillo las torres se me caen encima. Este fin de semana me he escapado para poder pasar un rato en mi cumpleaños sin preocupaciones. Aún así por la mañana tuve que fregar las mazmorras y pelear con todas las criaturas de la oscuridad que viven allí y que odian colaborar con cualquiera. Por la noche fui a cenar a un claro del bosque donde vinieron siete amigos. El sapo, el león cobarde (que se fue porque tenía miedo), tres lechuzas, una elfa y un semigigante muy majo al que casi nunca veo. Al principio la cenar se estropeó un poco porque una familia de sátiros nos quiso robar, pero la elfa con un poco de magia pudo hacer que se fueran. Me regalaron un montón de cosas, lo mejor son libros y cosas para escribir que hacía mucho que no tenía tinta bonita y me tenía que apañar con la mezclar casera de carbón y aceite.

 Tengo muchas ganas de que vuelva la calma al castillo, de poder estar sentada en una piedra junto al sapo y no preocuparme por nada más.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Vuelta a la realidad

 Desde ayer ya no tomo pociones para el dolor, el alquimista ha dicho que no hace falta, que con una rodaja de raíz de mandrágora al día es suficiente. De momento ha vuelto a dolerme. Yo creía que el golpe con el pegaso no había sido para tanto, pero veo que es más serio de lo que pensaba, es lo típico que ves que le pasa a los demás pero nunca piensas que te puedes ver involucrado de verdad.

 Como ya no tomo las pociones fuertes vuelvo a ser dueña de mi cerebro y me he encontrado con que llevo una semana de retraso en mi vida. Anoche me asomé a la ventanita que hay en el pasillo de mi mazmorra y vi unos cuantos pergaminos enrollados todos atados a la reja. Eran peticiones de los duendes a los que a veces ayudo. Me había olvidado por completo de ellos. Esta mañana he ido a tratar de arreglarlo y han sido un poco comprensivos, pero aún así tengo que hacer lo mismo. Me esperan noches en vela a cambio de botellas con ninfas para conseguir sus favores. Al menos merecerá la pena.


 Otra cosa de la que me he dado cuenta es de lo mucho que echo de menos el jardín de la azotea. Con lo mal que tengo el cuello no me dejan subir las escaleras estrechas de caracol y una de ellas es la que lleva a la azotea. Allí suelo estar un rato con las flores, me gusta una Violeta, es más pequeña que las demás pero tiene el color más vivo.


 Espero que todo esto pase y vuelva la normalidad cuanto antes. Por lo menos vuelvo a estar un poco más contenta, aunque sólo sea la energía que me da pensar en todo lo que tengo que hacer, no puedo dejar a los duendes tirados. Voy todo el día como el conejo blanco de Alicia en el país de la Maravillas. No tan elegante, claro.