miércoles, 31 de agosto de 2011

Lo que viene y lo que hay

 Se acaban las vacaciones y los trabajos reducidos.

 Este momento siempre me había hecho ilusión porque, aunque supone volver a estar bajo el troll, también es volver a estar entre los dragones, rutas por el bosque para recoger fruta, pasear por la ciudad y el bullicio de castillo. Pero este año no. No quiero que pase el tiempo, me da miedo todo lo que se me viene encima.


 No sé cuándo, me el troll anunció que nos iríamos provisionalmente a otro castillo, lejos de aquí durante unos meses mientras desinfectan este de hadas salvajes, esas que parecen ratones con alas. A mí me gustan porque son suaves, me da pena que las maten. Durante todo ese tiempo, estaré en un sitio extraño, sin mis cosas, mi única compañía. Tampoco es seguro que me vuelvan a encargar de los dragones. Aunque era u trabajo extra agotador, a mí me hacía sentir bien. Les acabo cogiendo cariño. Si me ponen de compañía de algún caballero me muero. Odio los caballos.


 Sé que no puedo hacer nada por evitar lo que viene, sólo esperar. Mientras, me voy ahogando poco a poco en el pantano, a veces me recuerda al pantano del Hedor Eterno, por el paisaje, no por el olor. El verde ya me llega a las rodillas. Llevo todo el día comiendo sopa de cieno y siempre quiero más. Quiero salir de aquí, podría hacerlo en cuanto me lo propusiera, pero me da miedo porque está justo al lado de una de las entradas de la mina de rubíes. No sé qué es peor.


 Lo único que me hacía mantener un poco la alegría era la visita de un druida que se supone ya debería haber llegado, viejo amigo del lugar. Es el único que podría salvar mi brazo. Sólo espero que no se demore mucho más y lo pierda para siempre. Por si acaso, ya me voy haciendo a la idea.

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