miércoles, 21 de septiembre de 2011

Primeros pasos en el castillo nuevo


Las dos primeras semanas en el castillo nuevo han sido un poco desastre, pero me lo he pasado bien.


 La primera semana no pasó mucho. Era un sitio nuevo donde no conocía a nadie. Mi tarea principal era enterarme de todo lo que había que hacer en el castillo para informar el troll. Yo creía que era algo fácil, pero no tuve en cuenta que todas quiere decir todas. He estado casi las veinticuatro horas del día subiendo y bajando escaleras, perdiéndome por pasillos y siguiendo a todos los integrantes del servicio del castillo para saber qué hacían y cuándo. 
 El matrimonio encargado de los terrenos exteriores me vio deambulando y al final me pidió si podía ayudarles con los animales una semana mientras llegaba el cuidador de verdad. Yo ya le había entregado el informe al troll, así que perfecto, a lo mejor allí también había dragones.
 No había dragones, pero no me pude quejar, tenían un criadero de ave rokh y otro de vetusta morla. Los pájaros no me emocionan, pero estos eran especiales, apenas tenían dos semanas de vida y ya eran casi tan grandes como un buitre, las tortugas sí que me gustan, pero no había pequeñitas, las más jóvenes ya tenían dos y tres años.


 La segunda semana la pasé cuidando de las aves. Eran tan adorables. Parecía todo demasiado bonito. Casi al final de la semana, esta yo paseando por el jardín después de comer, el único momento en el que el castillo se para y parece desierto. Nadie perdona la siesta. Estuve un rato en el estanque con las crías de vetusta morla. Me gusta meter los pies. Cuando me estaba durmiendo oí jaleo en la jaula de los pájaros, me acerqué y vi que estaban todas juntas en la equina de la puerta intentando volar. Me sorprendió porque antes apenas las había visto moverse torpemente. Y algo me paralizó. En la otra esquina de la jaula vi un bulto moverse. Tenía plumas. Me acerqué a la reja y el bulto se convirtió en un basilisco que se estaba comiendo a una de las crías que estaba tullida, ya sólo tenía fuera las plumas de la cola. En cuanto me vio lo regurgitó entero, alargado, hinchado y pringoso y se alzó unos tres metros, casi hasta el techo. Recorrió en menos de un segundo los diez metros que nos separaban y puso su cara a mi altura. Yo grité y el basilisco enseñó los colmillos chorreantes de veneno. También era una cría, se asustó de mí y pude mirarla a los ojos. Se escabulló por el desagüe.
 Cuando pude recuperarme y avisar al matrimonio los polluelos de rokh ya estaban picoteando a su hermano muerto. Lavamos todo el veneno con poción limpiadora e inundamos el desagüe, pero una semana después todavía no ha aparecido el basilisco así que estamos todos un poco tensos. Ya nadie se atreve a salir del castillo ni a ir al baño sin antes asegurarse de que nada va a salir por sorpresa.


 El troll me castigó por no cumplir mi trabajo y dejar que un pollo muriera. Me pasé tres días sin salir de una habitación en las mazmorras. Tuve tiempo para pensar, de hecho era lo único que podía hacer además de dormir, y creo que no hay crías de vetusta morla porque se han comido los huevos. Era muy raro que un basilisco no hubiera salido antes a comer, pero si había encontrado un nido repleto de huevos frescos, podía haber aguantado un par de años sin salir a la luz.


 Sigo a la espera de encontrar mi sitio en este nuevo lugar.

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