miércoles, 15 de junio de 2011

Aventura con Erizo

 Anoche fue una noche agitada. Bueno, la verdad es que empezó bastante tranquila, a mí no me apetecía pensar en mis cosas porque me estaba agobiando, así que subí a mi torre y me puse a leer con  Raskolnikov, es un chico majo, un poco raro pero te hace pasar buenos ratos. 
 Me fui a acostar y para variar mis ojos no sabían que ya estaban cerrados y se empeñaban en cerrarse para dormir. Así estuve horas y cuando creí que por fin mi día se acababa empezó la fiesta.
 Lou empezó a ladrar, en principio nada fuera de lo normal, podía ser un gremlin que quería colarse a robar un poco de comida, pero al rato los dragones se despertaron y lanzaron fuego en todas direcciones, el resplandor entró por mi ventana y no pude evitar salir corriendo a ver qué pasaba porque parecía que nadie en todo el castillo iba a salir a arreglar aquello. Menudo espectáculo cuando llegué al patio, los dragones habían conseguido escapar, Lou corría como loco dando vueltas y no había explicación para todo aquello. Bueno, sí que la había, pero era tan pequeñita que me costó mucho encontrarla. 
 Al final Lou dejó de correr y se puso a ladrar a una pelotita que había en el suelo, oscura, oculta entre la hierba alta. Por un momento pensé que era algo con magia negra porque ni Lou ni los dragones se atrevía a acercarse, nada más lejos. Era un erizo, un erizo pequeñito, hecho una bola y temblando con un miedo mayor al caos que estaba provocando. 

 En la torre lo puse dentro de la bañera. Era tan adorable. No veía un erizo desde que tuve uno como mascota cuando era una niña. Me gustan mucho, son blanditos pero tienen pinchos, si se tiene mucho cuidado se les puede acariciar y les gusta, pero es muy difícil. Esta mañana me ha saludado con el estornudo más bonito que he oído. Me ha dado mucha pena llevarlo al bosque, pero era lo que había que hacer. El troll se habría enfadado mucho si se entera de que alguien está viviendo en su castillo sin aportarle beneficio.
 Me pregunto si ahora estará bien, era tan pequeño. Yo lo habría cuidado muy bien y le habría querido mucho, es imposible no querer a una cosita como esa. Pero al final siempre hago lo que debo. Espero no encontrarme mañana un montón de pinchos cuando vaya a por leña al bosque.

No hay comentarios:

Publicar un comentario