jueves, 30 de junio de 2011

Tiempos raros

 No estoy acostumbrada a que me pasen cosas y últimamente me han pasado tantas que creo que no me llegan todas, las veo como si le pasaran a mi vecina y no sé si terminar de creérmelo.

 Primero las buenas. Estoy de vacaciones, aunque sigo viviendo en el castillo y de vez en cuando el troll me llama para algunas tareas, tengo casi todo el tiempo libre y salgo a pasear. He conocido a mucha gente nueva, no me acuerdo de cómo se llama la mayoría pero parecen buenas personas/duendes/elfos/animales/etc. Desde hace una semana hay un habitante más en el castillo, bueno, una. Paseando por el bosque encontré un bebé de harpía que había en el suelo. Le falta un ala y estaba un poco picoteada, seguro que la habían echado del nido. Me da igual, es preciosa y me quiere mucho, la he llamado Huesos, como Bones, aunque espero que sea más empática que ella.

 Con el sapo que apareció en mi ventana tengo muy buenos momentos, nos pasamos noches enteras en vela. Tiene una manta mágica descendiente del vellocino de oro con la que me puede tocar, es la primera vez que alguien me toca sin hacerme vomitar. Sólo tengo que cubrirme con ella y todo desaparece, noto suavidad y nada más. Es hasta relajante, no creía que podría relajarme así, pero me gusta. Lo malo es cuando el juego cambia y es mi turno de tocar, entonces yo le doy órdenes a mi cuerpo para que se mueva y se acerque un poco a él, pero no me responde. Una vocecita me dice que mire su piel, es piel de sapo, los sapos no se deben tocar, tiene pinta de rugosa y pegajosa, seguro que hasta venenosa. Claro, mis músculos oyen eso y dicen que no hacen caso, que prefieren la seguridad en la que viven y no arriesgarse. Por eso he aprendido que no puedo obligarlos a hacer algo que no quieren aunque lo esté deseando, tendré que engañarlos o convencerlos de alguna manera porque la advertencia que me dieron el otro día fue bien clara y no quiero volver a como era antes y convertirme en una pelota inexpugnable cual armadillo cada vez que algo se mueva a mi alrededor.

 A mí me gusta el sapo y me da pena y me duele que se esfuerce tanto por estar conmigo y yo le trate a patadas cada vez que se acerca demasiado. No se lo merece, debería estar en la torre de una princesa, con todos los lujos y ventajas que eso supone, con ese porte lo podría hacer cuando quisiera, sin embargo se pasea por mi torre medio derruida tan feliz. No lo entiendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario